Entrevista

Alberto Barreto Arce

Arquitecto Alberto Barreto Arce descansando en su domicilio durante el aislamiento social exigido por la coyuntura del estado de emergencia sanitaria a causa del COVID-19.

Archivo fotográfico de Estefanía Bozzo, 2020.

Entrevista: Arq. Roberto Samanez Argumedo

Egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) el año de 1958. Ingresó al Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos y Artísticos con el cargo de Arquitecto en el año de 1961. Como Jefe del Departamento Técnico de obras del Consejo de Monumentos y después del Instituto Nacional de Cultura (INC) efectuó proyectos de estudio, delimitación y declaración de zona monumental en diversas regiones del Perú. Como consultor independiente, desarrolló estudios y proyectos destinados a la protección y restauración de monumentos y ejecución de obras efectuados durante sus 60 años de actividad profesional.

Fue docente en diversas instituciones como la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en los cursos del Pregrado de su Facultad de Arquitectura y en la Universidad Nacional de Ingeniería en su maestría en Restauración de monumentos en Arquitectura y Urbanismo de la Sección de Posgrado y Segunda Especialidad de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes.

Nombre del entrevistado: Alberto Barreto Arce

Fecha: 9 de abril de 2020

Entrevista por el Dr. Arq. José Hayakawa Casas

Apoyo editorial de Bach. Arq. Diego Celis Estrada

JH: Buenos días, arquitecto Alberto Barreto. Agradecemos vuestra participación en la revista indizada Devenir de la Universidad Nacional de Ingeniería, mediante su valioso testimonio personal, académico y profesional en esta larga y comprometida trayectoria de vida dedicada al patrimonio monumental del Perú. Iniciemos la entrevista: ¿Cuál fue su formación académica en el campo de la restauración y/o conservación de monumentos arquitectónicos?

AB: Buenas José. Gracias por la oportunidad. Mi formación académica en el campo de la restauración y/o conservación de monumentos arquitectónicos se produjo sin planeamiento previo debido a las circunstancias que me rodearon en la fecha en que tomé contacto con el Patrimonio Monumental. Corrían los años finales de la década del cincuenta del siglo XX y yo estaba concluyendo mis estudios de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Debo aclarar que los sucesos que relato ocurrieron hace cerca de setenta años, cuando la vida era totalmente diferente a lo que ahora se vive. La UNI, hasta el año anterior a mi egreso, formaba un tipo muy especial de arquitectos: los ingenieros-arquitectos que, aparte de recibir todos los cursos de arquitectura, eran enseñados en Ingeniería Sanitaria, Ingeniería Eléctrica, Estructuras y Cálculo de concreto armado.

Con esta formación profesional, un arquitecto podía proyectar una edificación y proveerla de planos sanitarios, eléctricos y estructuras de concreto, es decir, el proyecto completo. Nuestra formación era muy perfeccionada y yo hacía el proyecto completo de una edificación con todas las especificaciones técnicas para cada especialidad. En esa época, la Facultad de Arquitectura tenía una enseñanza muy amplia, por ejemplo llevábamos el curso de Filosofía del Arte con el arquitecto Paul Linder egresado de la Bauhaus, curso que hace tiempo desapareció de la currícula.

No pude recibir formación alguna con el nivel de magister o algo parecido porque no existía en ningún centro de estudio del mundo. Recién muchos años después, se creó en España una Maestría en Restauración pero yo tenía cuarenta y cinco años edad, y con cuatro hijas en el mejor colegio de Lima, me era imposible ausentarme seis meses de mi casa porque había que pagar colegios, comida, alquiler y otros gastos. Además, viendo la currícula de los cursos que dictaban, yo estaba en condiciones de dictar esos cursos más que recibirlos, así que me quedé en Lima.

Cuando en la Sección de Posgrado y Segunda Especialidad de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería se formó la Maestría en Restauración de monumentos en Arquitectura y Urbanismo, me llamaron para ayudar en la conformación de los cursos y currículas. Lo hice, y para enseñar yo tomé un curso formativo del primer ciclo. Así, durante varios años conformé el plantel de profesores con muchos de los que habían sido mis alumnos en universidades y academias y que previamente habían trabajado en Patrimonio Monumental. Hasta que cierto día llegó una disposición del Rectorado de la UNI por la cual todos los profesores que carecían de grado académico de magister o doctorado en la especialidad debían de retirarse de inmediato y entonces salí volando.

Y vía el ejercicio profesional ¿cómo se aproxima a este campo especializado? ¿Cuáles son sus principales obras de restauración?

En esa época ya había egresado de la UNI y la vida era muy reposada. Un día me encontré en la calle, caminando por el costado de la Biblioteca Nacional, con el arquitecto Víctor Pimentel Gurmendi y me ofreció un puesto en el Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos y Artísticos. Lo acepté. Y allí comenzó mi contacto con el Patrimonio Monumental. Fue fácil hacer míos los principios de protección del patrimonio monumental y me puse a trabajar a fondo. Al poco tiempo, Víctor Pimentel dejó el Consejo de Monumentos para trabajar restaurando los bienes patrimoniales en Panamá y yo me quedé a cargo de toda la Oficina Técnica del Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos y Artísticos que la conformaban un barchilón, una secretaria, un dibujante y un chofer. Comencé a realizar estudios de restauración para una enorme cantidad de edificaciones de todo el territorio nacional. Llegaban gran cantidad de pedidos de restauración para los monumentos de cada pueblo. Así me convertí en un restaurador del patrimonio monumental, actividad que desarrollé durante unos cincuenta años. Esta fue mi formación académica en el campo de la restauración de monumentos arquitectónicos.

Mis principales obras de restauración forman un enorme conjunto de trabajos cuyo registro lo han perdido sucesivamente el ex-Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos, la ex-Casa de la Cultura, el ex-Instituto Nacional de Cultura y finalmente el actual Ministerio de Cultura. Sin embargo, a mi memoria vienen varios trabajos como la cúpula mudéjar del Convento de San Francisco de Lima, reconstruida a partir de una foto que el arquitecto Alejandro Alva Manfredi tomó antes del año 40. Me costó muchísimo trabajo encontrar el basamento técnico empleado en su diseño por los árabes, pero logré descifrarlo y diseñar la estructura en base a un planteamiento teórico geométrico de diseño árabe. Los hermanos de San Francisco querían poner un techo plano de concreto armado sobre la escalera. La foto de Alva y los planos que yo produje han sido extraviados en el INC.

Otra obra interesante que hice fue la bóveda que cubría la sacristía del Convento de San Francisco de Lima. En ese caso, el problema lo constituía el desplome de todo el recubrimiento interior de la bóveda finamente decorado con extraordinarios y complicados relieves de yeso. Estaba por desplomarse totalmente, así que concluí que siendo imposible reproducir el enyesado que se iba a desplomar, había que salvarlo, así que diseñé una estructura de madera dentro de la sacristía que llegaba a pocos centímetros del yeso, rematado en almohadillas de tela, mientras destapaba el techado por el extradós. La estructura estaba mal diseñada y profundamente apolillada. A los dos días, el enyesado se desplomó sobre el castillo de madera sin dañarse nada. Armé la nueva estructura que yo había diseñado y mediante alambre galvanizado hice reasegurar el enyesado antiguo en su ubicación original sobre la nueva bóveda. La restauración volvió a presentar de manera exacta los enyesados originales. Ahora la bóveda durará muchos siglos y se sigue viendo tan bien como al principio de su creación. Si pusiera una foto de antes y después, serían idénticas.

Puedo referirme a la Muralla de Lima, como otra obra singular trabajada al borde del río Rio Rímac, con un valioso e insospechado contenido cultural. Igualmente, efectué el rediseño de los exteriores de los jirones Ica y Ucayali a pedido de la Municipalidad de Lima.

También hay once bóvedas de iglesias que he restaurado, como las de San Francisco de Paula en el distrito de El Rímac, Santa María Magdalena de Pueblo Libre, Iglesia de los Huérfanos, San Marcelo, San Sebastián, Iglesia de Chilca entre otras. En el Centro Histórico de Lima restauré las coberturas de la Iglesia de Los Huérfanos, la Iglesia de San Marcelo y la Iglesia de San Sebastián y además la Iglesia de Chilca en la provincia de Cañete.

¿Cuál ha sido el mejor momento de restauración de monumentos en el Perú y en el caso específico de Lima, y por qué? ¿Cuáles son las obras de restauración arquitectónica más importantes en el Perú y en Lima?

El mejor momento de la Restauración de monumentos en el Perú fue durante mi ejercicio profesional. En esas épocas nadie restauraba, solo reconstruían “mejorando” lo antiguo. Generalmente, aplicaban una decoración barroca a la sobria arquitectura renacentista. Yo, con el cargo de único restaurador del Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos y Artísticos hice una buena cantidad de restauraciones. Necesitaría detallar mis actividades profesionales sobre el patrimonio monumental, pero desafortunadamente han extraviado la mayoría de los archivos. Debo referirme a personas, solas en estas actividades, como el Arq. Miguel A. Gutierrez que cuenta con buenos trabajos de restauración en nuestro medio, y también a la empresa Qhapac Ñan la cual se desempeña eficientemente. Había un buen grupo de arquitectos que intervenían en los monumentos pero no tenían idea de lo que es restauración. Por ética profesional no puedo dar nombres, pero se puede averiguar quienes atentan contra el patrimonio monumental. Muchos monumentos han sido alterados parcial o totalmente por famosos arquitectos, edificios como la casa de Torre Tagle, la casa de Riva Aguero, la casa de la asociación cultural Entre-Nous y otros, cambiaron su presencia renacentista por una pseudo decoración barroca.

¿Cómo vislumbra el desarrollo de la restauración de monumentos en Lima, como un proceso contiguo u homogéneo o un proceso por etapas?, y si considera que es por etapas ¿Cuáles podría identificar como las mas significativas en dicho proceso histórico y por qué?

Si yo no hubiera sido arquitecto y no hubiera intervenido en el patrimonio monumental no habría un gran lote de monumentos intervenidos en su restauración. Actualmente, el Estado jamás ha llevado adelante un proceso de restauración. No está en su horizonte. Cuando yo era funcionario público, proponía restauraciones, hacía proyectos, presupuestos, pedía fondos al Ministerio de Educación de quien dependíamos, al año siguiente teníamos el dinero y ejecutábamos las obras proyectadas, a la vez que hacíamos nuevos proyectos para el siguiente año, y así sucesivamente. En esas épocas, durante varios años hicimos muchas obras y teníamos en la oficina un solo arquitecto que se encargaba de todo y que era yo. Ahora el Ministerio de Cultura tiene como seis o siete arquitectos restauradores y no tiene ningún proyecto para ejecutar, carece de proyectos y presupuestos de obras, no está en su horizonte. También carece de interés por la protección del patrimonio monumental, solo absuelve consultas.

Así pues, no hay etapas de restauración en el Perú, solo la etapa que trabajé entre los años de 1959 y 2015. Actualmente, hay cero restauraciones por parte del Estado y no tiene el menor interés en el asunto

¿Considera a las restauraciones de monumentos precolombinos, virreinales o republicanos cómo procesos distintos o interdependientes? ¿Resultan una ventaja comparativa de la realidad limeña en cuanto a la formación de recursos humanos especializados? ¿Por qué?

La Restauración de monumentos precolombinos, virreinales o republicanos es exactamente lo mismo. Toda restauración está sometida al mismo proceso de estudio, análisis de su evolución estilística, evolución de mantenimiento, estudio de cimentación, composición estructural, afectaciones por intemperismo, por erosión humana; es decir, tienen que seguir los mismos procedimientos de análisis del estado de conservación y propuesta de intervención y uso, y muchos otros factores de intervención que no diferencian en nada a uno del otro tipo de monumentos.

Todos los recursos humanos especializados son perfectamente aplicables a cualquier monumento de cualquier época. Según los casos, se aplicarán unos recursos u otros de acuerdo con los problemas particulares que presente el monumento en estudio.

Finalmente, ¿Qué piensa del momento actual —los últimos veinte años aproximadamente— de la restauración de monumentos en el Perú y en el caso específico de Lima? ¿Cuáles son las tendencias contemporáneas que identifica como las mas legibles en nuestro medio académico y profesional y por qué?

Inexplicablemente, el Estado a través de su institución oficial que se encarga de los monumentos, el Ministerio de Cultura, carece totalmente de una mirada de cuidado al Patrimonio Cultural.

El Perú es un país que tiene un enorme patrimonio cultural, mayor que el que tiene la mayoría de países del mundo. Es de una riqueza y valor extraordinarios y no los cuidamos, se van perdiendo inexorablemente día a día. Es increíble e inexplicable la falta de interés en desarrollar un programa de protección monumental.

Las tendencias contemporáneas que se aplican en la ciudad son muy pobres y carecen de estructuración técnica. En su mayoría son acciones cosméticas donde antes de concluir con una restauración, ésta se desploma porque su estructura no ha sido estudiada ni atendida.

Usted me pregunta cuáles son las tendencias contemporáneas que yo identifico, le respondo que no hay, por lo menos técnicamente analizado y a juzgar por los pobres resultados obtenidos. La mayoría de trabajos que hace la Municipalidad Metropolitana de Lima sobre los bienes patrimoniales están pensados exclusivamente desde una estética orientada al peatón que pasa por la calle, aunque le caiga en la cabeza un balcón en proceso de restauración.

Quiero terminar con una afirmación concluyente sobre el trabajo de un arquitecto de restauración, afirmación a la que he llegado después de muchos años de trabajar. Un arquitecto restaurador debe ser antes que nada un ingeniero estructural, es decir debe poseer suficientes conocimientos y habilidad para manejar el comportamiento de las estructuras de cualquier material que estén hechas, del comportamiento del suelo, de la durabilidad de los materiales, de la resistencia y permanencia de los materiales, de la confiabilidad de lo que está dejando ya restaurado, debe garantizar los varios siglos de duración de la estructura que está dejando en pie, por supuesto aparte de cuidar al extremo la estabilidad de la integridad y autenticidad de los elementos constructivos estructurales que componen el monumento. He tenido el cuidado de que todas las obras que he realizado desde hace más de cincuenta años se encuentren en perfecta estabilidad e integridad.