devenir Vol. 5, N°9, enero - junio 2018, pp. 153-172 - Estudios ISSN 2312-7562 e-ISSN 2616-4949

Universidad Nacional de Ingeniería, Lima

Estructuras para la caza y el pastoreo:

Un legado prehispánico(*)

Structures for hunting and grazing:

A pre-Hispanic legacy

Trinidad Aguilar Meza(**)

Fecha de recepción: 31 agosto de 2017

Fecha de aprobación: 14 de mayo de 2018

RESUMEN

El artículo presenta hallazgos de exploraciones arqueológicas sin excavación, realizadas en las comunidades altoandinas de Waqoto, La Raya y Qelloqocha, en el departamento de Cusco. El objetivo fue identificar evidencias de caza y pastoreo de camélidos, para el reconocimiento de las estructuras asociadas, sus características y su funcionalidad, en correlato con el dato etnográfico y la información que dejaron los cronistas de la Conquista española. Las kanchas sirven para el pastoreo de llamas y alpacas. Asociadas a las viviendas, estas constituyen módulos básicos para desarrollar el ciclo anual del pastoreo, mientras que las trampas sirven para la captura de vicuñas (Aguilar, 1995). Los sitios donde se identificaron las estructuras se encuentran sobre los 3,900 m s. n. m. En Waqoto la actividad económica es mixta: se practica la agricultura, el pastoreo, y la extracción y cantería de roca andesita en el mismo piso altitudinal. La Raya es conocida por su aptitud para el pastoreo, pero también se puede cultivar productos de altura como papa amarga, quinua, qañihua, año y oca. En Quelloqocha se realiza exclusivamente pastoreo de camélidos, mientras que en las partes más bajas, al nivel de la laguna de Langui-Layo, se practica la agricultura.

PALABRAS CLAVE

Pastoreo, caza, estructuras

ABSTRACT

The article presents findings of archaeological explorations without excavation, carried out in the high Andean communities of Waqoto, La Raya and Qelloqocha, in the department of Cusco. The objective was to identify evidence of hunting and camelid grazing, for the recognition of the associated structures, their characteristics and their functionality, in correlation with the ethnographic data and the information left by the chroniclers of the Spanish Conquest. The kanchas, used for the grazing of llamas and alpacas, associated with the houses, these are basic modules to develop the annual grazing cycle, while the traps are used for the capture of vicuñas (Aguilar, 1995). The sites where the structures were identified are above 3,900 m. n. m. In Waqoto the economic activity is mixed: agriculture, grazing, and the extraction and quarrying of andesite rock are practiced on the same altitudinal floor. The Raya is known for its ability to graze, but you can also grow high-altitude products such as bitter potato, quinoa, qañihua, year and goose. In Quelloqocha, only camelids are grazed, while in the lower parts, at the level of the Langui-Layo lagoon, agriculture is practiced.

KEYWORDS

Hunting, grazing, structures

(*) El presente artículo ha sido elaborado a partir de capítulos de la tesis Arqueología de Pastores Andinos, de Trinidad Aguilar Meza, elaborada para optar al título profesional de licenciada en Arqueología por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), 1995.

(**) Licenciada en Arqueología por la UNSAAC, magister en Conservación del Patrimonio Edificado por la Universidad Nacional de Ingeniería. Docente en la Escuela de Arqueología de la UNSAAC.

Contacto: trinidadaguilar@hotmail.com

Después del catastrófico descenso en la población de camélidos durante el periodo colonial y las primeras décadas que siguieron a la Independencia del Perú (Ruiz de Castilla, 1994; Valderrama & Escalante, 1983), el pastoreo de llamas y alpacas, así como la situación de guanacos y vicuñas, se vuelve un tema de interés. Empieza a contemplarse la recuperación de tecnologías ancestrales para el desarrollo social y económico en territorios altoandinos del sur del Perú, donde los criadores mantienen rebaños con niveles bajos de productividad y producción, condicionados además por la demanda de fibra de alpaca de color blanco de parte de empresas comercializadoras inglesas asentadas en la ciudad sureña de Arequipa (Ruiz de Castilla, 1994).

Por otro lado, desde la perspectiva arqueológica, se emprenden estudios para conocer los orígenes y el desarrollo del pastoreo, el proceso de domesticación de los camélidos andinos, y para identificar especies en contextos de excavaciones arqueológicas. Además, se pone en discusión la ocupación o distribución territorial de los camélidos sudamericanos a través del tiempo, que no estaría limitada a zonas altoandinas, sino que también se habría dado en zonas de menor altitud y en la costa (Flores Ochoa, 1988).

En este contexto, con la motivación de conocer aspectos arqueológicos del pastoreo y la caza de camélidos en el departamento del Cusco, se realizaron entre 1990 y 1995 exploraciones en zonas en las que actualmente se desarrolla el pastoreo de alpacas y llamas, y la caza de vicuñas, en la provincia de Canchis –donde en 1950 el Ministerio de Agricultura fundó la Granja Modelo de Auquénidos, conocida hoy como Centro de Experimentación de Camélidos Sudamericanos La Raya, administrada por la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco–, para ampliar el registro de vestigios arqueológicos relacionados con la caza y el pastoreo de camélidos, que se había llevado a cabo anteriormente en 1985 en las punas del distrito de Sicuani, en las inmediaciones de la laguna de Sihuinaqocha (Aguilar, 1985). Los hallazgos de estas exploraciones, además de otros vestigios encontrados en las alturas de la ciudad del Cusco, en la comunidad de Waqoto, distrito de San Jerónimo, se muestran en el presente artículo, en el cual se realiza una comparación con los datos etnográficos y la información que se puede obtener de las crónicas de la Conquista española.

La investigación comprendió la búsqueda sistemática a pie y a caballo de restos arqueológicos, con apoyo de guías locales, en las zonas previamente determinadas por su vocación pastoril. Se pautaron entrevistas con los pastores contemporáneos, especialmente con los de mayor edad, a lo que se sumó la información obtenida de propietarios de las que fueron las haciendas de las alturas de Sicuani, con quienes se habló para obtener datos etnográficos, independientemente y sin perjuicio de la observación participante. Seguidamente se revisó la mayor cantidad posible de crónicas, para extraer información que contribuya a la construcción del texto sobre los camélidos y el ciclo anual de pastoreo en esa parte de los Andes Centrales (Figura 1).

Los camélidos sudamericanos

Actualmente se cuenta con mucha información derivada de investigaciones orientadas al conocimiento de estos animales desde diferentes ángulos: biológico, paleontológico, arqueológico, antropológico, económico e histórico (Bonavia, 1996; Capriles & Tripcevich, 2016).

Al examinar las afirmaciones de los cronistas españoles de la época de la Conquista, se encuentra que estos identifican a los camélidos como ovejas, carneros o corderos, aunque también usan los términos llama, paco, urco, vicuña o guanaco. Paco y carnero lanudo se referirían a la alpaca, y carnero raso a la llama. Es Bernabé Cobo (1610/1964) quien ofrece la siguiente descripción de las cuatro especies:

…tres son las diferencias que hay de llamas, unas mansas y otras montesas, a estas llaman los naturales del Perú guanacos; los cuales son en todo semejantes a las llamas mansas y domésticas, salvo que todos son pardos y nunca, se amansan y domestican; y su lana es más corta y áspera; pero también lo aprovechan los indios para su vestir... De las llamas mansas, unas son para carga y otras no, sino que sólo aprovechan con su lana y su carne; estos se dicen pacos, y son de los mismos colores y hechura que las de carga, sólo que son un poco menores y no tan recias y crían lana más larga, delgada y pareja por todas partes del cuerpo, hasta en el pescuezo y cabeza; por lo cual las llaman los españoles carneros lanudos, a diferencia de los de carga, que llaman carneros rasos...; labran también los indios la lana de los carneros rasos, cuando mueren o los matan, porque nunca en vida los trasquilan como a los pacos. (Lib. IX, cap. LVII, p. 366)

El mismo autor afirma sobre la vicuña lo siguiente:

...es un animal silvestre, menor que la llama… [con] la parte alta del cuerpo y mayor parte del de un color rubio que tira a leonado claro, con el vientre blanco y parte inferior del pecho. Cuyo pelo es una lana mucho más corta que la de las llamas, y la más delicada y blanda que cría ningún animal terrestre; de la cual se hacen tan ricas frezadas que parecen de seda en su blandu-ra. (Cobo, 1610/1964, lib. IX, cap. LVIII pp. 367-368)

Para el presente artículo no se ha tenido acceso a estadísticas actuales; sin embargo, como referencia toma en cuenta la publicación del Proyecto de Cooperación técnica en apoyo a la crianza y aprovechamiento de los camélidos sudamericanos en la Región Andina (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación [FAO], 2005): en el año 2005, en el Perú existían alrededor de 3 millones de alpacas, un millón de llamas y alrededor de 125 mil vicuñas, y la mayoría se encontraba en los departamentos de la sierra sur, particularmente Puno y Cusco. En ese momento la población de vicuñas reportaba un incremento sostenido (el mayor número en Ayacucho, departamento que contaba con más de 40 mil animales), mientras que la población de guanacos era muy reducida, alrededor de cinco mil cabezas, principalmente ubicadas en Ayacucho y Arequipa.

Las especies domésticas son manejadas por familias de campesinos o por comunidades organizadas, así como mediante empresas asociativas. La vicuña, animal silvestre, por su forma peculiar de comportamiento social, es vigilada por comunidades y empresas asociativas que tienen el derecho de usufructo, en concordancia con la normativa nacional y a lo establecido por la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna que permite el comercio de telas fabricadas con fibra de animales esquilados al estar vivos. En el Perú se cosecha la fibra de vicuña a través del chaku, una modalidad de caza que tuvo su apogeo en época inca (FAO, 2005).

Pese a algunas diferencias físicas, los camélidos sudamericanos tienen en común algunas características de comportamiento social:

• Establecen y cuidan sus áreas de alimentación, especialmente las especies silvestres, la vicuña y el guanaco.

• Actúan en grupo, son gregarios.

• En las tropillas se manifiesta la existencia de jerarquías entre los machos.

• En los grupos familiares existen jerarquías entre las hembras.

• Los machos son agresivos en época de apareamiento.

• Llamas y alpacas cohabitan un área de consumo de pastos (por consumo diferenciado).

En cuanto a su etología, los camélidos sudamericanos presentan los siguientes comportamientos:

• Se revuelcan en tierra suelta, arena o ceniza.

• Defecan en sitios fijos, llamados bosteaderos.

• En situación de agresividad, dirigen las orejas hacia atrás y levantan la cara.

El calendario anual del pastoreo inicia con el empadre, que ocurre entre diciembre y marzo-abril: entonces los pastores juntan los rebaños de hembras y machos en los mismos espacios o kanchas, para propiciar el apareamiento. La gestación dura 345 días en la alpaca y 350 días en la llama, por lo que la parición se produce entre diciembre y abril, en plena época de lluvias: debido a la inclemencia del clima, si no se prodiga cuidados a las crías, la tasa de mortalidad es alta. Por ello los pastores deben muchas veces atender a las crías, limpiándolas, y protegiéndolas de las nevadas o lluvias fuertes. La esquila se realiza entre octubre y noviembre, época de buen clima, con el objetivo de estimular la crecida del vellón con el agua de las próximas lluvias.

Existen variedades de alpaca, que se diferencian según el tipo de lana que producen: suri, de lana larga, abundante y sedosa; y huacaya, de vellón abultado y fino, con un mayor rango de tonos naturales que oscilan entre blanco, beige, marrón, gris y negro. En cuanto a las llamas, estas pueden ser q’ara, las de menos lana; o ch’aku, las más lanudas.

La alimentación de estos animales exige un manejo racional de los pastos, debido a que, en territorios sobre los 3,800 m s. n. m., la vegetación es cespitosa, de crecimiento bajo o postrado. Además, existen algunos depósitos de agua provenientes de los deshielos, así como bofedales o humedales llamados oqho. Se maneja los rebaños con el sistema de astana, que radica en la rotación estacional de los hatos en época de secas y en época de lluvias.

El pastoreo en época inca

El cronista indio Guamán Poma de Ayala ofrece algunos datos sobre el pastoreo cuando se refiere a las actividades de la gente a través del año. Se refiere al ganado por primera vez respecto del mes de marzo, cuando está en buen estado: es mes de mucha lluvia, y “hay pasto de sobra y monte”; comienzan a parir los “carneros del monte”, guanaco y vicuña; y esto coincide con la parición y empadre del calendario de pastoreo, justamente durante la temporada de lluvias (ca.1610/1980, p. 215).

En su descripción del mes de abril afirma algo que no explica bien: sostiene que “convalecen el ganado”. Tal vez, como indica Dedenbach (1989), se refiere a que las madres y sus crías se recuperan y crecen después de la parición, aunque por la excesiva humedad, y la existencia de parásitos en los oqho o bofedales debido a las temperaturas moderadas, las crías se enfermaban como en la actualidad, pues son propensas a males abdominales.

El recuento o conteo del ganado que debe hacerse después de la parición del año, para el abastecimiento de los almacenes, se realizaba en el mes de mayo, según dice Guamán Poma:

En este mes se uesitan las comunidades y sapsi del mays y papas y toda la comida y los ganados comunes y sapsi. Y lo castigan, no dando buena cuenta y de todo charqui, lana... chaura (llama), uicona, uanaco,... usuta, uasca, apa (frazada) maytocuna (envoltorios)... Y dando buena cuenta cantan los llamamiches, deziendos “Llamaya, llamaya, yn yalla, llamaya”, y se huelgan [énfasis añadido]. (Guamán Poma, ca. 1610/1980, p. 219)

Y el Inka tiene una fiesta, en la que “Cantaua el cantar de los carneros, puca llama, y cantar de los rrios aquel sonido que haze. Esto son natural, propio cantar del Ynga, como el carnero canta y dize ‘yn’ muy gran rrato con compás”(sic) (Guamán Poma, ca. 1610/1980, p.217). Es obvio que, por ser época del nacimiento de las crías y del empadre, y porque poco antes se había realizado la esquila, estaban felices y festejaban.

En el siguiente mes la gente de puna se ocupaba, como en la actualidad, en construir y refaccionar sus casas y kanchas (Guamán Poma, ca. 1610/1980); para aprovechar la temporada seca también tejían e hilaban.

En julio, los pastos están secos, el ganado enferma con qarachi (sarna) y Guamán Poma indica que deben curarse. Octubre es el mes para esquilar ovejas de la tierra, pacos (alpacas), y se sigue tratando el qarachi (Guamán Poma, ca. 1610/1980) como lo hacen hoy en Canchis, donde durante la esquila los pastores aprovechan el momento para hacer curaciones contra la sarna.

A partir de marzo se realiza el recuento de las crías de la última parición; llegado el fin de la temporada de lluvias, el ganado está gordo y es momento de sacrificar algunos para elaborar charqui o carne seca con ayuda de las heladas de temporada.

Así se cumplía el ciclo anual del pastoreo, con las actividades recargadas durante la temporada de lluvias, como en la actualidad. Los pastores hilaban y tejían prendas, sogas y chucis, alternando estas actividades con las específicas del pastoreo y los viajes de intercambio a otros pisos ecológicos.

Manejo de los rebaños

El cuidado del ganado era un asunto importante: si un animal moría, el pastor debía presentar los pellejos secos como evidencia del hecho; cuando se perdían, según De Betanzos, había castigos para los cuidadores:

...lo cual mortecino traían seco delante del y curado hasta las telas con que los corderos salían envueltos cuando nacían todo lo cual traían seco y curado e ansí se daba cuenta de todo trayéndolo allí presente y si caso fuese que del tal ganado no había cuenta que era razón... mandó el Ynga que este tal fuese ahorcado públicamente. (1551/1987, p. 105)

De lo contrario, se agasajaba a los pastores con muchos regalos: “Asperjaban con chicha el ganado; daban a los pastores de dicho ganado de vestir y comer, y al que mejor multiplico llevaba, mejor paga” (Molina, 1575/1947, p. 117).

El pastor consideraba que la perpetuación del hato dependía de las hembras, por eso estaba prohibido matarlas incluso con fines religiosos (Cobo, 1640-1652/1956).

Ser pastor era una tarea que demandaba mucha responsabilidad. Existían pastores altamente especializados, como los que provenían del Qollao: “porque estos del Collao entendían en guardar los ganados del sol y de el que reynaua en la tierra, en muy gran cantidad, por tener muy grandes pastos en sus tierras y grandes despoblados” (Pizarro, 1978, p. 110). De allí salían los mitmas pastores y mayorales hacia otras latitudes, también para organizar la cacería de vicuñas y de guanacos.

Jóvenes varones y mujeres participaban en guardar ganado colaborando con sus padres en lo que Murúa llamó la Sexta calle, referida al grupo etario de 12 a 18 años, en zonas donde la agricultura era la actividad principal y la crianza de camélidos no exigía especialización por la poca cantidad de animales. Los muchachos se ocupaban del ganado especialmente cuando los cultivos estaban maduros, durante abril, y había que cuidar que las suwa llama o llamas ladronas no entren en las chacras (Guamán Poma, ca. 1610/1980, p. 1038).

Las labores cotidianas del pastoreo implicaban cuidado continuo, como señala Murúa:

...eran pastoras del Ynga, de todos los ganados que el ynga tenía para sus sacrificios, los quales guardaban de noche a sus corrales, junto a estas casas de recogimiento, y de día los sacaban a pastear, con mucha quenta y razón y con gran cuidado que tenían ellas. Tenían la tierra segura de las bestias fieras, y ansi podían andar por los pastos seguramente… (como se citó en Dedenbach, 1989, p. 139)

Debido a la ausencia de datos históricos, Dedenbach (1989) recurre al diccionario de González Holguín (1608) para obtener términos propios de la actividad: “Catiyami, meterlas en corral. Catircuni sacarlas, o llevar a pacer lejos, o al pasto. Catimuni, traerlas”. Hay dos verbos, q'ati, “llevar ganado” y qayqu, “encerrar, encorralar ganado”, que se refieren específicamente a la acción de juntar los camélidos en el corral. Llevar a los animales hacia los pastos es: michi -ku -q -mi -qarqu, “enviar el ganado de día al pasto para volver a la noche”, y qarqu –waylla -man, “echar al pasto muchos días”. Hukt'aka puede referirse a la manada y, cuando se esparce en el campo, González Holguín usa ch’iqi -ri –ku, -t’aqa -ri -ku, “esparcirse gente o animales”.

Llamas y alpacas, como se indicó antes, pacen en manadas: por su naturaleza gregaria, es fácil cogerlas, usualmente no necesitan ser cabestrados. Sin embargo, en algunas ocasiones, como en el empadre inducido, en los ritos ceremoniales o cuando se requiere poner carga sobre una llama, es necesario atarlas con algún tipo de cabestro por las orejas o por la cabeza, como se ve en dibujos de Guamán Poma y en algunas representaciones de camélidos como las que existen en el Museo Inka del Cusco. Estos cabestros reciben el nombre de sinq'apa (Figura 2).

Dibujos de Guamán Poma muestran lo que a simple vista parecen ser cabestros, sinq’apa; sin embargo, encontramos que se trata de un lazo que atraviesa las dos orejas horadadas del animal, claramente distinguible en los especímenes A-2385 y I-920 del Museo Inka (Figuras 3, 4 y 5).

Existe también alguna información sobre cantidades y composición de los rebaños: para la zona del Altiplano se menciona cantidades como las 50,000 cabezas que poseía Juan Alanoca, que solamente era indio rico y no principal. En el valle del Mantaro la saya Urin-Huanca dio 514,656 animales a Pizarro en octubre de 1533 y 27,958 durante 1534 (Murúa, 1964, como se citó en Flores Ochoa, 1977, pp. 22-23).

El conteo y recuento de los rebaños se registraba en los quipus. En ellos, según Garcilaso de la Vega, los animales se agrupaban de acuerdo al color:

Para poder tener cuenta con tanta multitud de ganado como tuvieron los Incas, lo tenían dividido por sus colores, que aquel ganado es de muchos diversos colores, como los caballos de España, y tienen sus nombres para nombrar cada color. A los muy pintados, de dos colores, llamaban murumuru, y los españoles dice moromoro. Si algún cordero nacía de diferente color que sus padres, luego que se habían criado lo pasaban con los de su color; y desta manera con mucha facilidad daban cuenta y razones de aquel su ganado, por sus nudos, porque los hilos eran de los mismos colores del ganado. (1609/1960, p. 194).

El color era un criterio usado para seleccionar rebaños; este también determinaba lo que se ofrecía en sacrificio. Por ejemplo, se escogían los más blancos, que eran llamados napa, para formar parte de la comitiva real en las fiestas. Se seleccionaban también los reproductores, llamados apuruku, “carneros grandes para garañones” (González Holguín, 1608), que al envejecer se guardaban y se trasladaban para las fiestas del Cusco (Cobo, 1610/1964, p. 127).

Las kanchas

A decir de Tripcevich y Capriles (2016), el paisaje de las tierras altas de los Andes proporciona un registro perdurable de las prácticas de generaciones de pastores de camélidos, registro que puede informar estudios sobre los pastores antiguos y modernos.

En efecto, la exploración arqueológica de la superficie en territorios de pastoreo evidenció restos de estructuras destinadas al resguardo de animales, asociadas a viviendas de pastores. Se observa la funcionalidad de los módulos, sectores y subsectores, de acuerdo al manejo tradicional.

Los pastores de camélidos de las zonas altoandinas exploradas durante esta investigación conservan una vivienda principal o estancia construida con piedra sin cantear, mortero de barro y cubierta de paja sobre estructura de palos obtenidos en las zonas más bajas. El acabado del interior consiste en un ligero revoque con barro, al igual que el exterior. Los elementos arquitectónicos que corresponden al interior de un ambiente rodeado de banquetas y hornacinas son el fogón, una plataforma para la cama de uso familiar, pequeñas construcciones semicirculares que sirven para depositar la boñiga y algunos poyos. A poca distancia se encuentra otro ambiente, de dimensiones más pequeñas, destinado a la despensa o depósito, usualmente de acceso limitado a la esposa e hijas. Los ambientes importantes, que recibían mayor mantenimiento, son las kanchas, que no tienen formas regulares, pues se definen de acuerdo a la topografía, para asegurar la visibilidad desde las viviendas. Los muros de las kanchas son de mampostería rústica, pirqa, y en promedio alcanzan 1.60 metros de altura. La ubicación de estos módulos, viviendas con kanchas, se determina por la presencia de riachuelos o manantiales permanentes (Aguilar, 1995).

La vivienda temporal, llamada en conjunto astana, usualmente consiste en una construcción precaria y sencilla, que puede ser desmontada y abandonada hasta el siguiente año. Los ambientes y sus dimensiones se definen por el tamaño del hato. Las características y elementos son los mismos que los de la vivienda principal, sin el ambiente que corresponde a la despensa.

Los pastores cumplen diversas actividades en el interior de las kanchas, pues estas sirven para varios propósitos:

- Resguardar al rebaño durante las noches, para mantenerlo junto y protegerlo de depredadores o ladrones1, pues estas están integradas a las viviendas, tanto cuando cumplen la función de vivienda principal o estancia, como cuando la vivienda es temporal o astana.

- Separar los rebaños de hembras de los rebaños de machos o los rebaños de madres con crías, una técnica de manejo especializado.

- Durante la época del empadre, juntar a las alpacas machos y hembras

- En casos de enfermedad, acorralar al rebaño para realizar curaciones

- Seleccionar a los animales cuando van a ser beneficiados2, así como para intercambiarlos o venderlos, pues permite enlazarlos o cogerlos con las manos, sosteniéndolos por el cuello.

- Realizar el recuento de animales, como cuando se realizan separaciones de hato.

- Trasquilar o esquilar, que si bien puede llevarse a cabo dentro o fuera de la kancha, implica necesariamente una concentración previa dentro de esta.

- Reservar los pastos que son utilizados en invierno especialmente para las crías, en el caso de las kanchas grandes.

Además, existen kanchas o corrales destinados exclusivamente a fines ceremoniales, llamadas arikancha. La posesión de estas es generalmente hereditaria, e incluyen elementos característicos vinculados a lo ritual, como la mesa de piedra, donde se coloca el despacho (ofrenda), y los nichos para incineración. Por otro lado, a través de los Andes existe otro tipo de kancha que no está vinculado necesariamente a viviendas, sino que servía como punto de descanso de las caravanas de pastores que se movilizaban para intercambiar productos, las llamadas kancha de arrieros.

Es necesario aclarar que el término kancha tiene varias acepciones: por ejemplo, la kancha urbana Inka es un espacio cerrado en sus cuatro lados con habitaciones alrededor. Los diccionarios antiguos traducen kancha como patio o corral (Gonzáles Holguín, 1608), “cerco para encerrar ganados” (Santo Tomás, como se citó en Dedenbach, 1989, p. 152) y el compuesto llama kancha por corral de ganado (Gonzáles Holguín, 1608).

Cuando Guamán Poma menciona los bienes de un inka, se refiere a una “estancia kancha”, con connotación de espacio abierto, como lo hace cuando menciona “moyas y corrales y montes..., corrales, pastos, salca cancha, quichiua cancha de ganado o de ovejas de castilla” (ca. 1610/1980, pp. 312, 760, 810), uso válido porque actualmente se puede usar kancha para referirse a un terreno o espacio en general destinado al pastoreo de animales, asociado a la vivienda y los corrales. Dedenbach menciona documentos coloniales que usan la palabra para referirse a las punas donde andan los ganados bravos de vicuñas y guanacos, y las moyas y kanchas conocidas desde tiempos antiguos o inkas (1989).

Los animales destinados para los sacrificios en las ceremonias se guardaban en un corral cercano, como lo hacían en el Qorikancha del Cusco: “A la redonda deste templo había muchas moradas pequeñas de indios questaban diputados para servicio dél, y había un cercuito donde metian los corderos blancos… que sacrificaban” (Cieza de León, 1551/1880, p. 83).

La existencia de restos arquitectónicos de kanchas o corrales para ganado en los territorios altoandinos es un hecho que fue tomado en cuenta por los arqueólogos, especialmente para corroborar la concentración de gran cantidad de ganado, como ocurre en la puna de Huánuco, donde Matos Mendieta (1972) realizó excavaciones, así como en Pumpu, un centro administrativo inka de la puna de Junín, donde sobre la base de la cantidad y capacidad de albergue de los corrales formula algunas hipótesis sobre la cantidad de camélidos pastados en Junín antes y durante la administración del Estado inka. Según Mattos Mendieta (1994), las referencias arqueológicas indican que el pastoralismo se incrementó hacia el siglo IX, momento de la expansión wari en los valles.

Waqoto

Waqoto es una comunidad nucleada que se encuentra al noroeste de la ciudad del Cusco, a 3,800 m s. n. m., a 6 km de la localidad de San Jerónimo, desde donde se puede acceder por una carretera que sube por el conjunto arqueológico denominado Raqay Raqay, y desde el valle del Vilcanota por un camino antiguo que pasa por Huanca.

La comunidad está compuesta por más de 50 familias, que actualmente ocupan viviendas de adobe de dos pisos, con techos de teja, las cuales han reemplazado en los últimos 20 años a las viviendas construidas de piedra con mortero de barro y cubierta de paja. Cuenta con una capilla con su pequeño atrio, donde la población se reúne en ocasiones diversas y festivas, como el 10 de agosto, día de San Lorenzo. En la parte trasera de la capilla existe una kancha grande con muros prehispánicos, conocida como Incakancha.

Geomorfológicamente Waqoto se ubica en la cordillera del Pachatusán. Es un sitio conocido por los yacimientos de andesita que suministraban material lítico para la construcción de edificios incas; las canteras se ubican al otro lado del pequeño poblado y actualmente son explotadas intensivamente por los moradores asociados.

Challwayoq Oqho, un conjunto arqueológico de aproximadamente 450 metros de longitud, se encuentra dentro de la jurisdicción de Waqoto. Está conformado por dos recintos, kanchas, canales de irrigación y adoratorios, aunque la estructura más resaltante es el gran muro que encierra un oqho o humedal suministrado por hasta tres manantiales permanentes y un canal de riego, donde se conservan pastos para alimentar a los animales. Los recintos, rectangulares, se encuentran al Este del conjunto, en un nivel superior a la superficie del oqho: tienen aproximadamente 10 metros de longitud y muros de 0.65 metros de ancho en promedio. Sus accesos desembocan en un mismo espacio. El sitio donde están los recintos es llamado Intichurana.

La kancha de Challwayoq Oqho está delimitada por un muro de doble paramento que rodea un bofedal de 30,000 m2 aproximadamente, tiene la forma de una manga larga. A lo largo del muro es posible identificar diversos elementos: a) pequeñas cobijas de piedra, con dominio visual de todo el bofedal, desde donde el pastor vigila el ganado (se registran hasta tres al principio del muro actual); b) dos canales de irrigación, uno con agua proveniente de manantial y otro del riachuelo Challwayoqmayo; c) calzada de piedra, con empedrado uniforme, que sobresale entre los pastos y permite al pastor moverse a través del oqho, en la parte más húmeda y profunda del bofedal; d) terraza, al Oeste, un andén amurallado que pudo haber sido una kancha de animales seleccionados, actualmente también se usa con fines agrícolas, y sus muros de contención; e) manantiales naturales ubicados al pie del muro perimétrico, que alimentan el oqho; f) acceso (actualmente la kancha está abierta hacia el Sur, no es posible restituir su emplazamiento original, pero se observa un acceso construido con gradería de piedra, que corta el muro en la parte central).

Si bien el conjunto tiene muros de doble paramento, construidos con piedra seleccionada y cuñas de cascajo de piedra del sitio, andesita micásica, las cobijas del pastor son de un solo paramento y de planta semicircular, de muros rústicos o pirqa.

La factura de los elementos arquitectónicos y la cercanía a la ciudad del Cusco indicaría que pertenece a una waka (deidad) o a un miembro de gobierno inca, y que se empleaba para la crianza de llamas y alpacas, preferentemente las últimas, por la característica de sus pastos (cespitosos, entre ellos la waylla). El servicio de la kancha, intensivo, indica que se empleaba posiblemente para resguardar hembras preñadas y/o crías, aunque también cabe la posibilidad de que sirviese para pastoreo selectivo destinado al mejoramiento de la fibra de los camélidos (Figuras 6, 7 y 8).

Orqoyopanpa

Este conjunto de kanchas hacia el Oeste de Waqoto, emplazado sobre el camino a Huanca, al pie del Weroqocha, construido con muros de doble paramento, de piedra seleccionada y cuñas de cascajo, dividido en sectores y subsectores por muros medianeros. Los accesos y los sectores pueden modificarse y moverse de acuerdo a la necesidad de la labor; estas kanchas han tenido un uso continuo a través del tiempo. Los muros conservan una altura de hasta de 3.60 metros por tramos y cuentan con un ancho promedio de 0.80 metros.

Los espacios y elementos arquitectónicos que presenta esta kancha, evidencian que fue proyectada pensando tanto en la gente como en los animales. Se puede decir que sirve al resguardo temporal de los rebaños, pues se encuentra al pie de un camino. Entre los elementos arquitectónicos destacan las chocitas o recintos triangulares de esquina, situadas sobre plataformas altas, y las chocitas centrales sobre plataforma, que cuentan con refugios inferiores para perros3. La existencia de estos elementos indica que los recintos estaban destinados a rebaños que requerían especial protección o crianza, ya sea por el peligro de depredadores, o porque se tratase de animales nuevos que están en tránsito y necesitan asentarse. Estas kanchas son llamadas thanta kancha por los pastores contemporáneos, aludiendo a que son prehispánicas (Figuras 9, 10 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17 y 18).

Las trampas

Sobre los animales silvestres, los cronistas españoles, indican lo siguiente:

Hay otro linaxe de este ganado, que llaman guanacos, de la mesma forma y talle, y aún mayores, las cuales andan hechos monteses por los campos, en manadas grandes de ellos... Otra suerte de ganado montesino hay, que son más lixeros y de más excelente lana, (vicuñas). (Matienzo, 1967, p. 39)

La lana de la vicuña se destinaba al uso de la clase gobernante, razón por la que su captura fue una actividad oficial durante la época inka. Pachakuti hace referencia al luto que llevaban los nobles, que era “de vicuña y blanco” (Pachacuti, ca. 1613/1950, p. 243). Se desarrollaron diversas técnicas y estrategias de caza, en las que muchas veces participaba el mismo gobernante, como Wayna Qapaq, quien en una ocasión estuvo seis meses en el Qollasuyu, en Ayaviri y Orurillo, donde la cantidad de vicuñas causaba la admiración de los españoles (Betanzos de, 1551/1987).

Mediante el chaku, se cogían hasta 30 mil cabezas de ganado, cuya lana y carne se guardaba en los depósitos, como explica Cieza de León:

...y en estas cazas reales se gastaban muchos días, y muestra tanta cantidad de ganado, luego se mandaba por los veedores llevar la lana de todo ello a los depósitos ó á los templos del sol, para que las mamaconas entendiesen en hacer ropas finísimas para los reyes, que le eran tanto, que parecían de sargas de seda, y con colores tan perfectos cuando se puede afirmar. La carne de esto que sacaban della comían los que estaban allí con el rey, y della se secaba al Sol, para tener puesta en los depósitos, para proveimiento de la gente de guerra; y todo este ganado se entiende que era lo montesino; y no ninguno de lo doméstico. (1551/1880, pp. 51-53).

Existe evidencia de que, aún antes de la dominación inka, los territorios donde se capturaban vicuñas estaban estrictamente delimitados (Cobo, 1610/1964, p. 123). Hay documentos que indican que los kurakas de Jatun Qolla y Mañazo reclamaron el derecho a zonas reservadas sobre la base de la adjudicación que les hicieron los inkas, quienes, seguramente respetando costumbres regionales que no contradecían el valor del tributo exigido desde el Cusco, delimitaron territorios exclusivos para caza, que después de la invasión europea se usufructuaban con otros propósitos. Por ejemplo, se permitió la entrada de los qollaguas, que pasteaban sus rebaños en cotos de caza (Millones & Schaedel, 1980).

Los territorios reservados a manera de cotos de caza (tipo trampero) pertenecían a las zonas de vida páramo muy húmedo subalpino y tundra pluvial alpina, con bases en la estepa montano y/o páramo muy húmedo subalpino, presentes en zonas como Chucuito, según la clasificación de Tossi.

En todo el territorio abarcado por los inkas, los mismos pastores encargados de los rebaños podían cazar, siempre que la caza fuera controlada o admitida por la autoridad estatal. En el Qollao tuvo lugar un desarrollo notable de técnicas para la caza: se producían redes, lazos y trampas que debieron construirse en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades locales y las demandas del resto del territorio (Millones & Schaedel, 1980).

El chaku

El chaku, una de las formas de cacería practicada en el antiguo Perú, se realizaba en todos los cotos de caza, muchas veces con la presencia de los inkas gobernantes, quienes se recreaban en una “cacería solemne” (Garcilaso de la Vega, 1609/1960).

Francisco Pizarro y Diego de Almagro tuvieron la oportunidad de ver un chaku en Jauja, cuando Manko Inka y su gente cercaron más de 11 mil cabezas de ganado (Pizarro, 1978). Al llegar Pedro Pizarro a estos territorios, observó que

...auía yndios que los guardauan, para que los naturales que por ello andauan no matasen ningún ganado destos…Cada año hazían cercos en que tomauan destas vicuñas y guanacos y las tresquilauan para la lana para hazer rropa para los señores, y las rreses que morían hazianlas, cecina muy delgada, secándola al sol, para los señores, las biuas soltauan. En estos despoblados auia grandes guardas, como digo, y hazianse estos cercos por mandado de los señores hallándose algunas bezes y recreándose en ellos. Esta horden se tenía en todos los despoblados que en este rreyno auía. (1978, p. 110-111)

El chaku estuvo controlado y fiscalizado por agentes estatales, con la intención de evitar los abusos y el posible exterminio a los que estaban expuestos animales como las vicuñas, los guanacos, las tarucas y otras presas de caza, así como regular el crecimiento de las poblaciones y asegurar la provisión de pastos para los animales domésticos.

Además de los chaku, existían otros modos de atrapar a los animales. Por ejemplo, con la ayuda de boleadoras: se hacía un gran corral con estacas atadas con hilos, donde los animales solían apacentar, y espantadas quedaban encerradas sin atreverse a salir. Cobo (1640-1652/1956) afirma que este tipo de caza se llama lipi, palabra aymara que Bertonio define como “soga con que rodean el ganado, o las vicuñas para que no se huyan, por miedo de unos flecos de lana que cuelgan de la soga y menean con el ayre” (1612/1984, p. 195); el verbo aymara es lipitha.

Los diccionarios de quechua no consignan términos para los sistemas de caza de camélidos, como si lo hacen los diccionarios de aymara, por lo que se puede inferir que se originaron y desarrollaron en el altiplano del Titicaca con más exclusivismo.

Bertonio, autor de un diccionario de aymara, suministra más términos de caza y pastoreo: “caycu: pertrecho de paredes para cazar vicuñas” (1612/1984, p. 39), palabra a la que corresponde el verbo caycutha. Al respecto, Cobo indica que “también acostumbraban el ganado que recogían de la manera dicha encerrarlo en corrales que hacían entre cerros y lugares estrechos, y a esta suerte de caza llamaban caycu” (1610/1964, p. 269).

Durante las exploraciones realizadas para desarrollar el presente trabajo, se registraron dos tipos de trampas que pueden corresponder al pertrecho que señala Bertonio.

Trampas para vicuñas tipo embudo

La estructura de estas trampas está diseñada en forma de embudo. Se trata de una fosa circular, cavada y amurallada, cuyos muros alcanzan hasta más de 3 metros de altura, a la que se ingresa a través de una manga o kancha en forma de “V”, construida con roca sin cantear, seleccionada, y con muros de doble paramento, de 1 metro de ancho en promedio. La ubicación de la trampa es estratégica, pues debe permitir cercar al animal hacia la boca sin que este la note; debe estar camuflada por la topografía del terreno.

Las dos trampas de tipo embudo registradas se encuentran en la comunidad de Quelloqocha, cerca de las lagunas de Quelloqocha y Quesoqocha, del distrito de Layo, de la provincia de Canas, colindante con La Raya que se encuentra dentro de la jurisdicción del distrito de Marangani, de la provincia de Canchis en el Cusco. La primera tiene 27.60 metros de largo, y una boca de 10 metros de ancho en la entrada y 2.50 metros en la entrada a la fosa, que cuenta con un diámetro de aproximadamente 6 metros.

La segunda comparte las mismas características, aunque sus dimensiones varían ligeramente, pues tiene 20 metros de longitud.

Koford (como se citó en Duccio Bonavia, 1996), afirma que se necesita un cerco de 1.80 metros de altura para detener a una vicuña, pues ha visto saltar a una hasta 1.35 metros de alto, aunque normalmente alcanzan los 0.60 metros.

La existencia de estas trampas (Figuras 19 y 20) en la zona indica que la observación de Cieza de León corresponde a la realidad cuando señala lo siguiente:

…luego que salen de los Canches, se entra en la provincia de los Canas, que es otra nación de gente y los pueblos de ellos se llaman de esta manera: Hatuncana, Chicuana, Horuro, Cacha i otros que no cuento…en toda esta comarca de los Canas hace frío y lo mismo en los Canches, i es bien proveída de mantenimiento y ganados. Al poniente tiene el mar del sur, i al oriente la espesura de los Andes. Del pueblo de Chicuana, que es desta provincia de los Canas hasta el Ayavire habrá quince leguas, en el cual término hay algunos pueblos destos Canas, i muchos llanos, i grandes vegas bien aparejadas para criar ganados, aunque al ser fría esta región demasiadamente lo estorba, i la muchedumbre de hierba que en ella se cría no da provecho sino es a los guanacos i vicunias. (1945, cap. XCVIII)

Trampas tipo fosas

Este tipo de trampas consiste en un sistema compuesto por una sucesión de fosas intercaladas con kanchas circulares, construidas con piedra de campo y que debían tener la altura suficiente para posibilitar la captura del animal. Las fosas son rectangulares, de aproximadamente 2.50 metros de largo por 0.40 metros de ancho, y están amuralladas interiormente. En su interior, a alrededor de 0.20 metros de profundidad, cuentan con un travesaño lítico, mientras que la profundidad de la fosa en promedio es de 1.80 metros. Las kanchas que alternan con las fosas son circulares, de muros simples y 10 metros de diámetro. Cerca de cada fosa se observan refugios camuflados para los cazadores, detrás de las rocas, construidos con muros de pirqa, y ramas de arbustos o paja enredada (Figura 21).

Trampas como estas se han registrado también en Pampa Galeras, las cuales han sido descritas como muros de contención dispuestos entre dos fosas, que cuentan con un bombeamiento semiesférico previo, que permitía arrear los animales hacia las fosas desde ambas direcciones, mientras que las rocas colindantes evitarían que los animales pudieran fugarse por los costados (Sociedad Alemana de Cooperación Técnica, 1977) (Figura 22).

Respecto a este sistema, hace falta mayor discusión y análisis para determinar si es prehispánico y ha sido reutilizado en tiempos posteriores, porque la trampa de Yawarqota Chaqo, en La Raya, luce bastante abandonada, igual que las trampas tipo embudo, con la diferencia de que el funcionamiento de estas últimas es más lógico y evidente para la captura y trasquila de la vicuña.

La construcción de trampas detrás de perfiles de elevaciones naturales (caso de trampas embudo), o en sitios con afloramiento rocoso abundante o entre montañas (caso de trampas kanchas alternadas con fosas) facilita su captura.

Los pastores de la Raya recuerdan términos referentes a la caza: jayu era el que arreaba desde lejos, choquella el que estaba a medio camino, y puncuchacu el que espera en la puerta o entrada de la trampa para atrapar o cerrar al animal (Aguilar, 1986).

Conclusiones

Durante el desarrollo del texto se expone la información contemporánea en un análisis relacional que incorpora los datos etnográficos y los registros presentes en las crónicas de la Conquista, contextualizando los hallazgos de las estructuras arqueológicas para explicar su funcionalidad.

Los camélidos sudamericanos, cuya denominación generaba dificultades para los cronistas de la conquista, son básicamente la llama, alpaca, vicuña y guanaco. El ciclo anual del pastoreo de los camélidos domésticos no ha sufrido alteraciones a través del tiempo, pues se pudo verificar que contemporáneamente se registran las mismas labores en las mismas temporadas, que en la época inka. Así, las kanchas que fueron registradas durante esta investigación, que tienen factura prehispánica, identificadas por el tipo de muro y el uso etnográfico, han sido reutilizadas para cumplir las mismas funciones a través del tiempo.

Estas kanchas, ubicadas en Waqoto, Challwayoq Oqho y Orqoyopanpa, han servido, en el caso de la primera, para el pastoreo intensivo de camélidos en un espacio con pastos frescos, Gracias al sistema de riego que actualmente continúa en uso; en el caso de la segunda, para el manejo de rebaños seleccionados o separados por la necesidad de resguardo cuidadoso de parte de los pastores, como indica la evidencia de chozas y refugios ubicados en distintos sectores, adosados a los muros, que también indican que se empleó la asistencia de perros.

Como se encuentra documentado en las crónicas, existían cotos de caza, actividad en que las trampas cumplían una función adicional al chaku. Se ha encontrado al menos dos tipos de trampas: tipo embudo y el sistema de fosas alternadas con kanchas.

Los datos etnohistóricos y la evidencia arqueológica, en particular aquellos obtenidos gracias a las vasijas de cerámica observadas, muestran el uso de cabestro o lazos para el manejo de los animales.

En general, las evidencias presentadas en este artículo son testimonio de la continuidad de actividades vinculadas a la caza y la ganadería a través del tiempo en el sur del Perú, continuidad que incluye cambios y adaptaciones del legado de los pastores de los Andes.

Referencias

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1. Las alpacas reconocen el sitio donde descansan, y pueden dormir en campo abierto sin dispersarse, pero cuando se introduce un animal nuevo o el hato es trasladado a otro lugar, es necesario acorralarlas para evitar que intente retornar a su lugar de origen. El uso de perros en la caza o pastoreo prehispánico no está documentado, aunque lo está para la época colonial.

2. Sacrificados.

3. Estas chocitas para pastores y para perros son semejantes a las construcciones contemporáneas de los pastores de alpacas de la zona de Janpatuni, en el abra de Walla Walla, junto al nevado de Ausangati, ruta a Marcapata (P. Paz, comunicación personal, 1995).

Figura 1. Áreas seleccionadas para la investigación (se indican las fechas del trabajo de campo).

“Áreas de Estudio”, por T. Aguilar, en Arqueología de Pastores Andinos (lámina N° AE-01), Cusco, 1995.

Figura 2. Vasija A-1875 del Museo Inka, que representa una llama con cabestro.

En Arqueología de Pastores Andinos (p. 31), [Fotografía por T. Aguilar, 1995].

Figuras 3. Vasija A-2385 del Museo Inka, que representa una llama con las orejas horadadas.

En Arqueología de Pastores Andinos (p. 31), [Fotografía por T. Aguilar, 1995].

Figura 4. Vasija I-920 del Museo Inka, donde puede observarse el cabestro y las orejas laceadas.

En Arqueología de Pastores Andinos (p. 31), [Fotografía por T. Aguilar, 1995].

Figura 5. Llamas enlazadas [dibujos].

“Fiesta de los ingas, varicsa aravi del inga, canta con su pucallama” y “Trabaxa zara papa apaicvi aimoray” por F. Guamán Poma, en El Primer Nueva Crónica y Buen Gobierno (Tomos I y III), 1980, pp. 292 y 1047.).

Figura 6. La kancha Challwayoq Oqho de Waqoto (área verde entre el curso del riachuelo y la trocha).

Recuperado en 2017 de la base de datos Bing Maps Satélite, Programa SASPlanet.

Figura 7. Challwayoq Oqho: a) recintos, b) andén, c) calzada, d) canales, e) manantiales, f) cobertizos para pastor, g) acceso y h) roca.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° WQ-02). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 8. Tramos de muro y vistas de Challwayoq Oqho, que funciona hasta el día de hoy como dehesa.

Archivo fotográfico personal, 2018.

Figura 9. Kancha Orqoyopanpa de Waqoto, con sectores y subsectores que pueden variar con el tiempo, por adiciones posteriores.

Recuperado en 2017 de la base de datos Bing Maps Satélite, Programa SASPlanet.

Figura 10. La kancha de Orqoyopanpa, con muros prehispánicos: a) plataformas para choza en esquina, b) choza central sobre plataforma, c) refugio para perro y d) riachuelo.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° WQ-03). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 11. Estado actual de algunos sectores de la kancha de Orqoyopanpa, con plataforma para choza en esquina.

Archivo fotográfico personal, 2018.

Figura 12. Orqoyopanpa. Nótese plataforma en la esquina y en el centro de la kancha, para chocitas de pastores y refugios de perros.

Archivo fotográfico personal, 1995.

Figura 13. Orqoyopanpa. Plataforma para chocita de pastor en esquina.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° WQ-05). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 14. Orqoyopanpa Vestigios de choza central.

Archivo fotográfico personal, 1995.

Figura 15. Planteamiento hipotético de choza central.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° WQ-07). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 16. Subsector con refugio para perro encajado en muro.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° WQ-04). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 17. Ancho y factura de muro de doble paramento, el mismo tipo de muro hallado en kanchas y trampas inka, en Waqoto y en Quelloqocha.

Archivo fotográfico personal, 2018.

Figura 18. Capilla de Waqoto. A la izquierda, casa de adobe de dos pisos la cual bien siendo reemplazada en los últimos años por chozas de piedra con cubierta de paja, aún visibles detrás de un depósito de agua.

Archivo fotográfico personal, 2018.

Figura 19. Las dos trampas embudo de Qelloqocha en Layo: a) planta, b) corte elevación y c) dibujo de la trampa embudo.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Láminas N° LR-11 y 12). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 20. Paisaje de Quelloqocha, Layo, zona de La Raya.

Archivo fotográfico personal, 2018.

Figura 21. Trampa en Yawarqota Chaqo de La Raya: a) planta, b) elevación, c) corte elevación [Aguilar 1995] y d) dibujo del foso.

Levantamiento por T. Aguilar, 1995, en Arqueología de Pastores Andinos (Lámina N° LR-10). Digitalizado en Cusco, 2018.

Figura 22. Croquis de trampa para vicuñas, de Pampa Galeras.

En Utilización de la vicuña en el Perú (p. 41), por Sociedad Alemana de Cooperación Técnica, Eschborn, Alemania, 1977.