Adolfo Córdova Valdivia

Figura 1. Adolfo Córdova en compañía de otros grandes maestros como José García Bryce, Víctor Pimentel Gurmendi y Víctor Nikita Smirnoff en una ceremonia de reconocimiento a sus trayectorias profesionales, organizada por la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería en 2017. Archivo fotográfico de José Beingolea.

Fiel testimonio de los cambios demográficos en el país, como muchos de los notables peruanos del siglo XX, Adolfo Córdova fue un provinciano perteneciente a la mesocracia arequipeña que a los ocho años migró con su familia a la capital. Ingresó, en 1942, a la Escuela Nacional de Ingenieros (ENI) de cuyo Departamento de Arquitectura egresó en 1946.

Su compromiso y liderazgo lo hicieron activo partícipe de los cambios generados por el gobierno del Frente Democrático Nacional (1945-1948), específicamente, en la democratización del gobierno universitario que permitió por vez primera y mediante ley, la participación estudiantil en el gobierno institucional y la reforma académica, en especial en el Departamento de Arquitectura cuya orientación los estudiantes consideraban anacrónica.

A mediados de 1946, como era habitual entonces, su promoción realizó el viaje Huancayo, Huancavelica, Ayacucho, Abancay, Cusco, Puno, Moquegua y Arequipa. En Cusco, revisando el diario local El Sol se enteraron de la campaña con que el alcalde de la ciudad promovía la realización de una arquitectura neocusqueña, síntesis de su historia, tal como ocurría en Lima desde la década de 1920 con las distintas versiones de la arquitectura peruanista. La reforma por la enseñanza moderna cuestionaba los estilos arquitectónicos, por lo que el 23 de setiembre redactaron y enviaron una carta al diario, cuestionando dicha campaña, que fue publicada el 30 de setiembre:

Se quiere la introducción del estilo ´neo-cusqueño´ que, a la manera de lo hecho en Lima y Arequipa, robaría sus motivos de un pasado grandioso […] al tratar de revivir pasada ornamentación sin poseer el espíritu que la creó, conduce a vulgar reproducción de joyas verdaderas […] es precisamente el factor creador el que da a una obra su valor distinto […]

Los pocos días que hemos pasado en esta tierra, nos han enseñado clara y magníficamente que la calidad de una arquitectura, reside siempre en una comprensión del hombre, del material, de la época. (Córdova et al., 1946)

La reforma de 1946 se limitó al ingreso de nuevos y más actualizados profesores (peruanos, peruanos formados en el extranjero y extranjeros) portadores de nuevos contenidos y cursos. La reforma sistemática se inició en 1947 con la propuesta de una comisión presidida por Luis Miró Quesada Garland, autor de Espacio en el tiempo (1945), versión local del discurso sobre la arquitectura moderna y flamante docente del curso Análisis de la función arquitectónica, que creó como parte de la reforma.

El grupo de los estudiantes que el año de la reforma cursaban el último año, luego del viaje aspiraban a más, habían decidido crear una revista de tendencia, militante de la modernidad, no se resignaban al eclecticismo “realista” que Fernando Belaúnde imprimía a El Arquitecto peruano, revista comercial, profesional e institucional exitosa. Luis Miró Quesada, ante la intrépida propuesta estudiantil les hizo ver que una línea editorial de tendencia demandaba claridad y sólidas convicciones arquitectónicas, advirtiéndoles de la imposibilidad de propiciar y asegurar en el corto plazo un cambio sostenible en el reducido mercado consumidor de las publicaciones especializadas ya copado por aquella publicación. El razonamiento y diagnóstico de Miró Quesada no amilanó sino reorientó las tareas de la joven generación que le dieron sentido y finalidad precisa a sus habituales reuniones que desde 1943 los convocaba “[…] para estudiar [y donde] caían amigos […] de otras especialidades, literatos, pintores, escultores […] que nos enseñaron mucho porque nos ampliaron la visión del mundo” (Martuccelli, 2012, p. 71). Fue así que se dedicaron a leer, intercambiar información, dialogar, debatir, promover fructíferas reuniones que desembocaron en la redacción de la “Declaración de principios” de la agrupación que, con el nombre de “Espacio” crearon y cuyo tenor fue publicado el 15 de mayo en El Comercio, donde el padre de Miró Quesada era director, y que, entre el 18 de marzo de 1948 y el 5 de enero de 1950 en la sección vespertina del jueves que crearon, se convirtió en su espacio de resonancia mediática (Alegre, 2001). Ahí Córdova fue el más asiduo y persistente miembro del equipo editorial, donde aprendió el oficio de comunicador y el de editor que aplicó en la revista Espacio creada a inicios de 1949 y publicada hasta diciembre de 1951 dando a luz 10 números (el último doble). Ambas fueron un referente en la difusión, debate y propuestas sobre la problemática urbana y arquitectónica moderna en el país.

Fernando Belaúnde (12 años mayor que él), llegó rápido a la acción política al comprobar los beneficios del éxito mediático y su utilidad para visibilizar la técnica (el urbanismo, la vivienda, la planificación) y las ventajas de transitar hacia la política, como instancia más decisiva. Los miembros de Espacio fueron más “idealistas” buscaron actualizar, culturizar, modernizar; fueron más “técnicos”, confiaron en que la racionalidad de las propuestas de ciudad, arquitectura y cultura modernas, bastaban para asegurar su puesta en vigencia.

Córdova testimonió el desencanto y el viraje hacia a la política “[…] todo eso condujo un poco a que la Agrupación Espacio fuera deshaciéndose […] entonces empezó a nacer el Movimiento Social Progresista […] como reacción a ese desprecio del poder por el urbanismo y la arquitectura que proponíamos […] pensamos que eso se podía lograr desde la política” (Martuccelli, 2012, p. 77), esa decisión ilustra también la carga ética del discurso arquitectónico moderno local.

En 1956 se formaron Acción Popular, el partido de Belaúnde; Democracia Cristiana, proyección política de la doctrina social de la iglesia; y el Movimiento Social Progresista, promovido junto a otros intelectuales por Córdova, Williams y Agurto miembros de Espacio. Ese año, en la campaña presidencial de Belaúnde, Córdova (y el movimiento) lo apoyó activamente teniendo él a su cargo la sección “Campaña” publicada en el diario La Prensa. Esos partidos se situaban en el espectro del centro y el centro izquierda “moderado”.

Belaúnde, más perspicaz y también más exitoso en su acceso al poder, no fue necesariamente exitoso en sus metas políticas:

[…] no bien iniciado su primer gobierno [1963], entronizó a la obra pública como el fin superior de su gestión política, supeditando a ella las expectativas acarreadas por su elección respecto a la implementación de un cambio social de indiscutible urgencia. (Cooper, 2009 p. 44)

De alguna manera, la desviación demagógica de los técnicos (arquitectos) convertidos en políticos fue otro desencanto frente a los cambios históricos demandados desde la década de 1920. Las incumplidas promesas de Belaúnde propiciaron el golpe de Estado reformista, la primera fase del gobierno militar (1968-1975) y, a la postre, la galopante crisis histórica de los partidos desde 1980 hasta el presente.

Todo ello no condujo a Córdova y al círculo vanguardista al nihilismo, persistieron en su voluntad de cambio; es que modernidad fue sinónimo de izquierda, pues “todos sentimos que la política era la manera de manifestarnos realmente, como integralmente modernos” (Martuccelli, 2012, p. 77).

Su trayectoria como intelectual y ciudadano comprometido fue paralela a la profesional, jalonada por realizaciones muy significativas de la arquitectura ultra modernista: asociado con C. Williams y J. Polar (solo en ese proyecto) proyectaron el Club Internacional de Arequipa (1946-1949). Luego, con M. Bianco (desde 1948) proyectaron la casa D’Onofrio (1949), en la Feria de Lima1 los pabellones D’Onofrio e Inresa (1949), Unidades Vecinales Modelo (1950-1952) y la Santa Marina (1952 y 1957) del Callao.

Al retorno de C. Williams retomaron su sociedad y proyectaron la Residencial FAP de Chiclayo (1958-1959) y Piura (1959-1960), la iglesia y convento de San José de Pichcús (Huancayo, 1961 y 1962-1963), la Escuela Naval del Perú (Callao, 1962-1965), el Conjunto Nicolás de Piérola (Arequipa, 1966-1968). Oswaldo Núñez se sumó a la sociedad desde 1963, asociado con otras tres oficinas importantes ganaron el concurso para el Centro Cívico y Comercial de Lima (1966-1970). Conjunto de vivienda en las Torres de San Borja (1980-1982), conjunto residencial Julio C. Tello (1983-1984), acaso una de sus últimas obras de envergadura. La crítica década de 1980 estimuló la vena tecnológica low tech, plasmada en un conjunto de viviendas suburbanas y estacionales en los balnearios, utilizando las bóvedas de doble curvatura y ladrillos pasteleros de dos y tres piezas apoyadas en vigas de madera, una suerte de arquitectura pintoresquista o neo vernácula, propiciada por el ambiente posmoderno que acogió las demandas del contexto y el retorno de la arquitectura moderna al seno de la historia. Junto a Carlos Williams, por la residencial FAP de Chiclayo, recibió el premio Chavín en 1959; y en 1965, el premio Bienal Tecnoquímica por la sede administrativa y los dormitorios de la Escuela Naval del Perú, que son el mayor testimonio de su trabajo proyectual y del periodo más fructífero, iniciado brillantemente en 1946, ganando el concurso para estudiantes sobre vivienda multifamiliar y la sede del Club Internacional en Arequipa, su opera prima, hito de la arquitectura ultra modernista regional, y que se cierra en 1970 con el Centro Cívico y Comercial de Lima.

Su segunda etapa como editor empezó en 1986 con la revista ½ de Construcción, que dirigió con singular éxito y disciplina hasta el 2003, el año siguiente, asumió la segunda etapa de Huaca, la revista de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería (FAUA UNI), bajo el nombre Waka. El 2014, en la etapa de indexación de las publicaciones de esa institución, asumió la dirección de la revista Wasi dedicada a la vivienda. En la labor editorial son constantes su espíritu observador, escrutador y reflexivo de la situación actual del territorio, de la ciudad y del punto de vista crítico traducido en la editorial, el contenido y los colaboradores de cada número. En este mismo interés hay que situar la publicación de su traducción y edición de Eupalinos o el arquitecto de Paul Valery, el 2013, poniendo esa inspiradora obra de su generación a portada de mano de los jóvenes de hoy. Su presencia en el comité editorial de la revista Puente del Colegio de Ingenieros, corrobora, además de su reconocimiento como profesional, su prestigio en el mundo editorial.

Otra faceta no menos trascendente fue la de consultor que tiene un hito entre 1957-1958 cuando realizó el estudio “La vivienda en el Perú”, encargado por la Comisión de Reforma Agraria, un hito en el conocimiento e interpretación del tema en el país que permitió establecer e ilustrar la relación entre la crisis en el campo, las migraciones y el déficit de la vivienda urbana. Como representante de la UNI participó activamente en la formulación de la Ley para Municipalidades y Regiones (1962).

Luego de sus auspiciosos inicios como dirigente y líder estudiantil, su participación en la gesta del Partido Social Progresista fue seguida en la gestión institucional, al más alto nivel en la década de 1960, cuando Santiago Agurto Calvo, Luis Miró Quesada Garland (miembros de Espacio) asumen la dirección institucional. Adolfo, como secretario de estudios, promovió la realización de un conjunto de tesis sobre vivienda rural (1961-1962); en 1963, la encuesta escolar levantó información sobre 1,800 escuelas de nivel primario que permitió un útil diagnóstico. Ejerció el decanato entre 1967 y 1968 cuando creó el Taller de Asistencia Técnica (TAT), brazo técnico de la proyección social universitaria, el Curso Internacional de Hospitales y la IV Conferencia Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Arquitectura (Clefa, 1967). En esta década podría hablarse de una cierta continuidad programática institucional; Agurto, después de decano, asumió el cargo de rector, sucedió al Ing. Manuel Samamé Boggio, gestor de la sólida imagen institucional en lo técnico, académico y cultural, alcanzado por el Teatro (TUNI), la revista Amaru, la formación de la colección de arte y la presencia en el campus de científicos, artistas e intelectuales de talla mundial. Fue la evidencia del influjo de la generación Espacio en la gestión institucional.

Como maestro universitario, su paso de estudiante (hasta 1946) a docente (desde 1947) fue casi inadvertido; hasta 1973 estuvo a cargo de los cursos de Taller de Diseño, en el que resaltó especialmente el Taller Básico, de influencia bauhausiana. También asumió cursos de urbanismo, investigación y dirigió tesis; en 1973 se alejó de la Universidad, retomó esas labores el 2000 en la Maestría en Regeneración Urbana de la FAUA UNI, donde luego asumió la coordinación de la Maestría en Vivienda (2013-2017).

En el ámbito gremial, tuvo funciones directrices en la Sociedad de Arquitectos en 1950 y en el Colegio de Arquitectos la función de vicedecano entre 1996 y 1998. La defensa de las prerrogativas del arquitecto, la presencia positiva y proactiva del arquitecto en la sociedad, constituyeron sus constantes preocupaciones.

Proyectista, consultor, docente, gestor, editor y líder. Adolfo Córdova Valdivia fue lúcido, coherente, crítico y comprometido con los problemas de su tiempo, participó con energía en los ideales e incertidumbres de la modernidad y la posmodernidad.

José Beingolea Del Carpio2

Alegre R. (2001). La Agrupación Espacio en “El Comercio”, hacia el proceso moderno en el Perú. Tesis para optar el título de Magister. SPGSE FAUA UNI.

Beingolea J. (2016). Adolfo Córdova Valdivia. Vanguardista, inconforme, actual. Texto inédito leído en la ceremonia por el otorgamiento Doctor Honoris Causa FAUA UNI 19 de diciembre.

Cooper, F. (2009). Eclecticismo contemporáneo peruano: los años sesenta. El Arquitecto y su obra. AECI-URP p. 43-49.

Córdova A., Ferrand J., Polar J. y Williams C. (1946). El Cuzco Monumental e intangible. El Sol 30 setiembre.

El Arquitecto peruano (1949). Experiencias arquitectónicas de la feria de Lima. XIII 147 Octubre s/n.

Martuccelli E. (2012). Conversaciones con Adolfo Córdova. Instituto de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Univerdad Nacional de Ingenieria.


1. Por su carácter efímero (para bien y para mal), los pabellones construidos para este evento realizado en el Campo de Marte, se constituyeron en una auténtica exposición de arquitectura ultra modernista que, a pesar de la asistencia masiva de público su trascendencia ha pasado inadvertida por la historiografía. Hubo diseños de Belaúnde-Granadino, Velarde, Seoane, Villarán-Rodrigo, Granda, Guerra y Morey, además de Córdova-Bianco-Williams. Se exhibieron dos casas mínimas, una de ellas de la Agrupación Espacio

2. Arquitecto, maestro en Historia y Crítica de la Arquitectura por la Universidad Nacional de Ingeniería. Estudios de Doctorado en Historia del Arte por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Stages de investigación: ETSA (Sevilla 1996) y Universidad de Génova (2006). Profesor principal de pregrado y posgrado la FAUA UNI. Publicación de artículos y libros sobre arquitectura peruana y patrimonio desde 1987; curador de exposiciones de Arquitectura peruana desde 1987; productor y director de la website www.arqandina.com. desde el 2004; Decano FAUA UNI (2015-2019). Miembro fundador y actual presidente de la Asociación CIUTERRA desde 2021.

Figura 2. Construcción de una calle interior del Centro Cívico y Comercial de Lima.